lunes, 25 de julio de 2011

Siete, la felicidad

Dicen que la magia del primer momento se va perdiendo, que el primer mes es el mejor, que es cuanto más amor hay, cuanto menos la conoces y por eso solo conoces de ella lo que te gusta, todo el mundo te desea que siempre sea como el primer mes, aunque sea muy difícil; yo, por mi parte, pienso que cada día me va ganando más aún, que todavía me quedan miles de caras por descubrir, horas y horas de conversaciones, de besos que no se acaban, de tonterías y más tonterías, de palabras sinceras, de abrazos para unirse más de gestos de complicidad, de estraviarme en sus ojos y perderme en las curvas de su cuerpo, de saborear su dulce sabor... Y es que yo aún sonrio como un tonto cada vez que la veo, o pienso lo jodidamente enamorado que estoy de ella cuando le abrazo, todavía se me ponen los pelos de punta cuando me muerde la oreja y pienso que se llevaría una gran parte de mí si se fuera, me encanta ver como duerme en mi regazo, acariciarle el pelo y hablarle al oído, recibo cada beso como si fuera el primero y no consigo sacarle de mi cabeza, algo que tampoco quiero, me gusta pensar en ella, en la suerte que tengo y en todo lo que le debo por ser como es y por estar ahí. Pero lo mejor de todo es que esto es sólo el principio, que no quiero que me baje nunca de esta nube en la que vivo y voy a seguir luchando por ella, no importa contra qué o quién, pero seguiré gritando al mundo que le quiero.

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