domingo, 29 de mayo de 2011

Prohibido mirar el reloj.

Decido olvidarme del ruido de tus relojes, aunque cada vez me gustan más, a cualquier sonido semejante al tic-tac de tu reloj me vienes a la memoria, pero eso no es nada nuevo. Y si decido olvidarme de ese, ya no tan molesto ruido, es porque prefiero concentrarme en escuchar tus fuertes latidos, tu respiración o en contar la infinidad de besos que te doy y tendría que darte. Pero por más que lo intente, no consigo acostumbrarme, sigo odiando los relojes, su constante avanzar me roban tiempo y hacen que cada vez pueda darte menos besos, pero no sólo eso, me recuerdan que cada vez me queda menos tiempo a tu lado y que tendré que volver a esperar una semana, 7 días, 168 horas, 10080 minutos, 604800 segundos para verte, contándolos uno a uno, buscando mil maneras de acelerar el tiempo, de que pase rápidamente, y perdiendo la cabeza por encontrar la forma de ralentizarlo, de pararlo a tu lado, de poder quererte por siempre, de poder decírtelo en cualquier momento, a cualquier instante en el que celebremos que el tiempo de espera ha pasado, de cualquier manera, y de abrazarte y no soltarte jamás.

Te quiero.

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